Fotos: ENI NICARAGUA
Mujeres rurales del occidente de Nicaragua están apostando por implementar sistemas de producción agroecológicos sostenibles que se basan en el uso de semillas criollas, la diversificación productiva, las prácticas de cultivo sin agroquímicos y que permiten la protección de fuentes de agua y la biodiversidad.
Gracias a esto, no solo están mejorando su calidad de vida y la de sus familias, sino que también se han convertido en actores relevantes del desarrollo y la economía rural de sus comunidades.
Estas mujeres son miembro de cooperativas que trabajan estrechamente con la Estrategia Nacional de Involucramiento para el Acceso Democrático a la Tierra en Nicaragua (ENI Nicaragua) para lograr que las mujeres accedan a la tierra y eliminar las barreras que persisten para su pleno desarrollo en el ámbito económico, social, ambiental y cultural.
Mujeres de Posoltega retoman producción de ajonjolí
La ENI Nicaragua destaca el trabajo productivo que realiza otro grupo de mujeres, de la zona de occidente, que cultivan ajonjolí en sus parcelas. Se trata de mujeres rurales organizadas en la Cooperativa Multisectorial Ángela Delgado (COOPEMAD), ubicada en el municipio de Posoltega, a 122 kilómetros de Managua. Esta cooperativa aglutina a 45 mujeres productoras que están diversificando sus cultivos, entre los que incluyen granos, hortalizas, plátanos y frutales.
El ajonjolí ha sido, en la zona del occidente de Nicaragua, uno de los cultivos tradicionales, sin embargo las mujeres de la Cooperativa Multisectorial Ángela Delgado (COOPEMAD), ubicada en el municipio de Posoltega, lo habían dejado de cultivar desde hace 7 años, para experimentar con otros rubros y “dejar descansar la tierra”.
Así lo relata Ángela Rayo, presidenta de esta cooperativa que aglutina a 45 mujeres productoras de la comunidad rural El Trianón. “Todo el tiempo habíamos sembrado el ajonjolí, pero hace ya como 7 años optamos por producir plátano y chilote, pero para dejar descansar la tierra”, explica.
Ángela Rayo: “Si las familias trabajamos unidas, las cosas pueden mejorar”
Las mujeres están retomando la siembra de esta semilla poco a poco. Hasta ahora lo están haciendo 7 familias que son parte de la cooperativa, quienes ya están recogiendo la cosecha.
La semilla de marañón, una alternativa de mujeres rurales en la Península de Cosigüina
Más de 30 mujeres rurales en la región occidental de Nicaragua, una zona productiva de clima tropical cálido, trabajan procesando de manera artesanal la nuez del marañón o anacardo en comunidades de la Península de Cosigüina, ubicada a 218 kilómetros de Managua.
Son un grupo de mujeres organizadas en la Asociación Intercomunitaria para el Desarrollo Estratégico de la Península Cosigüina (AIDEPEC) que trabajan arduamente en el procesamiento artesanal de la semilla de marañón, un cultivo alternativo que además de generar ingresos es amigable con el ambiente, por ser un medio que permite mantener las plantas en producción y a la vez generar oxigenación.
En los últimos años AIDEPEC ha estado trabajando estrechamente con la Coordinadora de Mujeres Rurales (CMR), organización miembro de la ENI, con la cual actualmente están implementando procesos de capacitación para el empoderamiento de mujeres, paralelamente planes de acción de cara a la sostenibilidad de la iniciativa del marañón en medio de las crisis económica y sanitaria que asolan al país.
Esta iniciativa surge a finales de los años 90 cuando la Cuenta Reto del Milenio apoyaba diversas iniciativas agrícolas en la zona de occidente. Petrona Pérez, coordinadora de AIDEPEC, relata que al inicio tuvieron también el apoyo de otras organizaciones que promovían el desarrollo de las comunidades asentadas en la península.
Redes de apoyo e intercambio de saberes
La ENI Nicaragua también está promoviendo encuentros con organizaciones de mujeres rurales, miembros de asociaciones y cooperativas locales. Para María Teresa Fernández, de la Coordinadora de Mujeres Rurales y miembro del comité de gestión de la ENI, estos encuentros permitirán desarrollar procesos de toma de decisiones colectivas e inclusivas desde territorios que comparten problemas similares en relación al acaparamiento de tierras y agua por la expansión de monocultivos.
María Teresa también refirió que estos espacios representan una oportunidad para la gestión de conocimientos y aprendizajes a través del intercambio de experiencias con las organizaciones.
Por otra parte, la ENI está consolidando una red de apoyo en comunicación, integrada por mujeres de las organizaciones y que ya fungen como reporteras comunitarias en sus comunidades y organizaciones.