COOMPRIO, organización que hace parte de la Coalición Nacional por la Tierra en Nicaragua, viene trabajando de manera sostenida para que las mujeres de Río Blanco accedan a la tierra.
Fundada hace ya 29 años, la Cooperativa Agropecuaria de Mujeres Productoras de Río Blanco (COOMPRIO) está integrada por 33 socias, quienes en los últimos años han diversificado sus actividades productivas para consolidarse como una cooperativa autosostenible.
Ellas trabajan unidas bajo la premisa de que la unión hace la fuerza. Así, han logrado enfrentar diversos obstáculos que afectan su vida, la de sus familias y comunidades, como la pandemia de la COVID 19, y las situaciones climáticas extremas como la sequía o el reciente huracán Julia que golpeó fuertemente al país.
Una larga trayectoria
Adilia Vega, es una de las fundadoras de la cooperativa y actualmente la presidenta. La COOMPRIO comenzó como un colectivo de mujeres, para luego constituirse como cooperativa “de base muy sólida, muy reconocida y legalmente constituida”, asegura Adilia. Actualmente son parte de la Unión Nacional de Agricultores y Ganaderos (UNAG) y de la Federación Agropecuaria de Cooperativas de Mujeres Productoras del Campo de Nicaragua (FEMUPROCAN).
La tenencia de la tierra para las mujeres de Río Blanco ha sido un proceso de años, que no ha sido nada fácil, pero con entereza y determinación se ha venido haciendo una realidad.
De las 33 mujeres que actualmente integran la cooperativa, 20 ya lograron tener sus propias parcelas o solares.
Las socias que ya son propietarias tienen pequeñas parcelas, siendo algunas únicas titulares y en otros casos, compartiendo la titularidad con sus compañeros.
Obstáculos para tener tierra propia
En el largo camino para lograr el acceso a la tierra, Adilia advierte que han tenido que enfrentar un gran incremento en el precio de la misma: “el valor de la tierra se ha elevado mucho, y la cooperativa no ha logrado conseguir fondos suficientes para apoyar a las socias sin tierra”.
Por otro lado, señala que las instituciones financieras han puesto muchos requisitos para otorgar crédito para el acceso a tierra. Afirma que existe desconfianza hacia las mujeres por parte de estas instancias, “porque cuando se le pide tantos requisitos a una persona es con la idea de no pasar por ese colador, entonces ha sido uno de los mayores pegones que nos hemos encontrado”.
Una alianza que da su fruto
Adilia resalta que producto de las coordinaciones y gestiones de la cooperativa con la Alcaldía de Río Blanco, algunas mujeres han logrado conseguir sus títulos de propiedad a nombre de ellas.
Esta es una alianza importante porque permitió también concretar procesos de capacitación recíprocos, que incluyen talleres de emprendimientos e instancias de formación de promotoras para la prevención de violencia.
Otro beneficio de estas coordinaciones ha sido la venta de los productos y servicios que ofrece la cooperativa en las ferias que se organizan tanto a nivel municipal como departamental.
Diversificar y dar valor agregado a lo que se produce
Para hacer frente a las dificultades económicas y con miras a la autosostenibilidad, ellas han incursionado en diversas iniciativas económicas. Los nuevos emprendimientos van desde elaboración de piñatas, bisutería y arreglos florales artesanales, lo que combinan con sus actividades productivas tradicionales, principalmente el cultivo de musáceas, granos básicos y tubérculos, otras le están apostando a la producción de cacao. Paralelamente, están trabajando con la crianza de aves de corral y el engorde de cerdos. No solo venden la carne, sino que también hacen nacatamales, vigorón y carne asada. Otra actividad productiva es la elaboración de productos lácteos, como queso, crema y cuajadas.
Adilia aclara que si bien hay mujeres que aún no tienen tierra propia, eso no significa que no produzcan. “La mujer que quiere salir adelante y se identifica como productora. A veces las mujeres sin tierra son las que más se involucran en las diversas actividades productivas" resalta. "Las mujeres que tienen tierra le alquilan a las que no tienen, para poder producir el maíz, el frijol o la yuca y ahí producen para consumir en la familia” explica.
Lograr la tierra para todas, un objetivo común
La tenencia de la tierra, es un sueño que continúa.
“Ellas se ven con su propio pedacito de tierra, con al menos media manzana; ojalá logremos que cada una de las 13 mujeres de la COOMPRIO que aún no la tienen, logren acceder a la tierra”, añora Adilia.
También reitera que otra expectativa es alcanzar la autosostenibilidad, para lo que ya hay mucho camino andado. La cooperativa está legalmente constituida, posee su propia oficina, pero además tiene en construcción un centro de acopio. Una vez que ya esté terminado, podrán acopiar los granos, y darles valor agregado para venderlos. Son optimistas, será un logro más en su enorme recorrido de trabajo conjunto.