Como parte del programa oficial del 2° Foro Anual sobre Defensoras y Defensores de los Derechos Humanos en Asuntos Ambientales de América Latina y el Caribe, se realizó la proyección de La ilusión de la abundancia, acompañada por un conversatorio que contó con la presencia de dos de sus protagonistas, las defensoras Carolina de Moura Campos y Máxima Acuña, y su co-directora, Érika González.
Organizaron este evento la Plataforma Regional de Defensoras y Defensores de la Tierra y el Territorio, la International Land Coalition América Latina y el Caribe, la Coalición Nacional por la Tierra de Argentina, Fundación Plurales, y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, en asocio con Oxfam América Latina, y con el apoyo de la Global Alliance for Green and Gender Action, la Red Latinoamericana de Mujeres Defensoras, Colectivo CASA Bolivia y el Instituto Cordillhera.
La proyección fue sin dudas uno de los momentos más movilizantes del Foro. Su inclusión en la agenda del encuentro buscó posicionar y visibilizar las luchas de estas defensoras, ejemplos claros de la estigmatización, la violación de los derechos humanos y la judicialización que deben enfrentar quienes defienden la tierra, el territorio y el medio ambiente. “El acelerado avance de las industrias extractivas está trayendo graves consecuencias no sólo sobre tierras y territorios, sino también sobre las comunidades y la vida de las defensoras y defensores” señaló Martha Esber, integrante de Fundación Plurales, antes de dar paso a la proyección.
Una historia colectiva
“Somos gente campesina, sin herramientas para poder dar cuenta de todos los maltratos que sufrimos por parte de la empresa minera. Lo que podemos hacer es resistir” dijo Máxima al comenzar su intervención.
Máxima y su familia defienden su territorio del megaproyecto minero Conga, de la compañía minera Yanacocha - Newmont, con la cual sostienen un conflicto judicial que lleva más de 10 años, y que continúa amenazándolas. Ha recibido el Premio Goldman, un reconocimiento de gran prestigio, y es un símbolo de lucha por los derechos a la tierra y el medio ambiente. “En la película se ve mi territorio y cómo estoy prácticamente encerrada por el avance de la minera, no tengo acceso a salir por ninguna parte” aseguró. Ella y su familia, cercadas por la empresa, continúa reclamando por el cese de los constantes hostigamientos que sufren, y demandan una pronta respuesta de la Justicia en Perú. “Las autoridades prometen que nos van a apoyar en nuestras luchas, pero llegan al poder, firman sus contratos y envían a las empresas y a la policía a amenazarnos.”
A su turno, Carolina resaltó la importancia de entender que las historias que presenta el documental son “historias en primera persona, pero también una historia colectiva”. Carolina actualmente hace parte del Instituto Cordilheria, en Brasil. Desde 2019 defiende los derechos de las familias víctimas de la tragedia de Brumadinho, un desastre ambiental causado por el derrumbe de un dique con aguas residuales de la mina Córrego de Feijão de Vale S.A., la cual dejó 272 personas muertas y derramó miles de metros cúbicos de agua y barro tóxico.
“Siempre que miro el documental recuerdo a un montón de compañeros y compañeras de lucha que mucho me enseñaron. Cada minuto en el que me ven hablando en la película tiene detrás 10 años de reuniones, audiencias, protestas y discusiones" explicó.
Por último, destacó la importancia de estos trabajos que permiten amplificar las experiencias de lucha, sensibilizar a la sociedad y llamar la atención sobre las injusticias que se viven en los territorios. “Somos miles de mujeres defensoras en América Latina, lo cual es bueno, pero muchas de estas historias no son contadas. Por eso es fundamental trabajar para visibilizar nuestras luchas”.
Parte del objetivo de esta película, explicó Érika, es que llegue a espacios donde se toman decisiones que pueden transformar esta realidad: “entre nosotras ya nos escuchamos mucho, pero estos mensajes los tienen que escuchar quienes toman decisiones y tienen el poder de crear y cambiar las leyes para proteger a las y los defensores”.
De la mano de muchas organizaciones, ella junto con el co-director, Matthieu Lietaert, están trabajando en acciones de incidencia con el objetivo de que los gobiernos, especialmente en Europa (cede de grandes empresas extractivas), formulen leyes que regulen el accionar de corporaciones e inversores, para que no se repitan los casos que presenta la película.
El documental fue profundamente valorado por quienes asistieron a su proyección. Entre las distintas defensoras que tomaron la palabra, una compañera de Colombia convocó a acompañar las luchas de Carolina y Máxima. "Sigamos en resistencia, cuidando nuestros pueblos, nuestros saberes y nuestra madre tierra ante el extractivismo y la corrupción de los gobiernos".
La representante electa del público, Joara Marchezini, agradeció a Máxima, Carolina y Érika por compartir el documental: “significa mucho para quienes trabajamos más en las oficinas, ya que no siempre tenemos la oportunidad de estar en los territorios. Ver esta película nos recuerda con mucha fuerza porqué debemos continuar trabajando por el Acuerdo".
Por su parte, el presidente de la Mesa Directiva del Acuerdo de Escazú, Marcelo Cousillas, al abrir la jornada de trabajo sobre el Plan de Acción Regional expresó: “El documental transmitió un conjunto de relatos dolorosos, yo diría heroicos, simbólicos” y agregó que, gracias a la presencia de sus protagonistas, “el evento tuvo otra cara. Máxima y Carolina de Brasil estaban aquí y no era una película, era la realidad misma. Yo quisiera concluir dedicando a ellas, a estas mujeres, este Foro”.
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