Con la precisión de sus dedos Aurora Amurati y su hija Madelyn Luricia Amurati (ambas indígenas tacanas), amarran, combinan colores, meten y sacan el caito (hilo de algodón) que entrelazan sobre la palca (una estructura de madera balsa con forma en forma de ‘V’ invertida) para tejer un cinto tradicional de su cultura. Mostrando destreza y concentración en su trabajo, la joven reencuentra el valor que tiene esta técnica para urdir piezas de la vestimenta del pueblo indígena al que pertenece.
Ambas participaron de un concurso de tejidos que consistió en elaborar el cinto más largo en media hora. Durante la realización de este certamen un variado público se asomó a los alrededores para ver las técnicas que utilizaban las mujeres.
“Hay que saber qué es lo que se va a tejer. Nosotros tejemos fajas, maricos (bolsos). El caito antiguamente nuestras abuelas y mamás lo producían, con el algodón. Sembraban, hacían la cosecha, el reciclado, lo hilaban y se sacaba el producto. En algunos lugares del campo todavía se hila en las comunidades”, contó Fulvia Medina, vicepresidenta del Consejo Indígena de Mujeres Tacanas (CIMTA).
El concurso de tejidos —organizado por el Consejo Indígena del Pueblo Tacana (CIPTA)— fue una de las actividades previas a la realización del Festival Artístico que se llevó adelante a finales de octubre en Tumupasa, evento en el que participaron decenas de jóvenes, adultos y ancianos.
El objetivo de esta iniciativa fue el de acercar, sensibilizar y motivar tanto a adolescentes como a mujeres sobre el sentido colectivo de habitar en un territorio indígena y la importancia que tiene su protección.
La actividad fue promovida por la Fundación TIERRA, miembro de la Plataforma Interinstitucional por la Gobernanza Responsable de la Tierra (ENI Bolivia), con el apoyo de Welthungerhilfe (WHH).
Tumupasa es un distrito del municipio de San Buenaventura, sitio al que se llega sólo por vía terrestre desde La Paz, con travesías que pueden demorar entre 14 y 18 horas. Debido a que el poblado se ha extendido con viviendas, el área del monte boscoso se puede apreciar más a los bordes, donde todavía se observa la flora y fauna silvestre.
El pueblo Tacana está conformado por 22 comunidades y se calcula que en cada una de ellas hay por lo menos 60 familias, aproximadamente 6.000 personas. Su territorio se sobrepone a los municipios de San Buenaventura e Iximanas con 380.000 hectáreas tituladas en ambas regiones.
“Hemos tenido una muy buena respuesta de los jóvenes de las promociones de colegios de Tumupasa. Teníamos una señorita que ha participado en el concurso de tejidos, que consistía en hacer el tendido empezar a crear un cinto. Actualmente, en algunas comunidades no se tiene conocimiento de la cultura Tacana y se está perdiendo la esencia. Por eso nos alegra haber tenido bastante participación de los jóvenes y de todas las personas en general”, destacó Kareen Cartagena, del equipo de apoyo técnico del CIPTA.
Comida y danza evocan tradiciones ancestrales
Durante el evento también se llevó adelante un concurso de platos típicos en el que destacaron la preparación de lawa de peta (tortuga) y guiso de jochi (chancho de monte). “La idea de toda esta actividad es revitalizar la cultura, la gastronomía. Como organizadores hemos propuesto varias actividades. Principalmente queriendo tener la participación de los jóvenes. Hay varios jóvenes que, porque sus comunidades son alejadas, no tienen mucho conocimiento de lo que pasa dentro de nuestro territorio, pero cuando hacemos estas actividades se reconocen en los bailes o en la comida”, sostuvo Cartagena.
Entre las danzas que se presentaron está la danza “Amor Tacana”, que fue presentada por la comunidad Santa Rosa de Maravilla, la danza “Tiri Tiri”, de la comunidad indígena tacana San Silvestre, y la danza “El Sembrador”, a cargo de la comunidad indígena San Miguel, en la que las mujeres, quienes tienen el cabello cubierto por una especie de pañoleta, se desplazan danzando con semillas.
En el encuentro también estuvieron presentes representantes de la Central de Pueblos Indígenas de La Paz (CPILAP), de la brigada departamental de La Paz, del municipio y representantes de las empresas constructoras que tienen labores en la región.
El valor de la conservación en pinturas
Por su parte, los estudiantes fueron invitados a participar de un concurso de pinturas sobre la protección del territorio. Las obras de arte se trabajaron por grupos representantes de los colegios de las comunidades, y el muralista Angelo Valverde ayudó compartiendo su técnica para mezclar pinturas, sacar colores y usar pinceles.
“En la pintura se han identificado con el territorio, con la comunidad. Es muy importante seguir haciendo este tipo de actividades para que se compartan vivencias entre todos. Así reconocen más de su territorio. Hay muchos descendientes de netos tacanas que han perdido identidad y hasta su lengua y lo que se quiere es recuperar esto a través de los jóvenes”, enfatiza Jhon Berrocal, quien es parte del equipo de apoyo del CIPTA.
Problemática identificada
Las políticas económicas actuales en Bolivia buscan ampliar la frontera extractiva de los recursos naturales con actividades como la minería y la agroindustria; para ello se recurre con frecuencia a megaobras de alta inversión estatal, como hidroeléctricas o carreteras. En la mayoría de los casos, estas mega-inversiones se realizan sin adecuados procesos de consulta previa, libre e informada, con insuficiente transparencia, y basadas en limitada información sobre sus impactos ecológicos, sociales y económicos.
Con el Festival se visibilizó que la tierra no solo es un bien económico, sino sobre todo un medio de vida. Se mostró que con la activa participación de los jóvenes es posible construir un sentido colectivo sobre el territorio indígena y que las mujeres son clave para identificar preocupaciones y propuestas para una gobernanza sostenible del territorio.
Ante esta problemática, la apuesta de la ENI Bolivia es generar información y evidenciar los posibles impactos de las mega-inversiones sobre los derechos territoriales y el derecho a la alimentación de las poblaciones afectadas, para que éstas pueden elaborar sus agendas y propuestas, e incidir en los procesos políticos locales, nacionales e internacionales a favor de sus derechos.
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* Texto editado sobre la nota publicada originalmente en el sitio web de Fundación Tierra