Entrevista a Ruth Bautista sobre los principales hallazgos del informe “Gobernanza de la tierra colectiva y su contribución a la reducción de las desigualdades”, realizado por el Instituto para el Desarrollo Rural de Sudamérica – IPDRS, en el marco de la iniciativa “Land Inequality Initiative” impulsada por la International Land Coalition en asocio con Oxfam.
En el informe “Gobernanza de la tierra colectiva y su contribución a la reducción de las desigualdades”se presentan experiencias de diversos países de la región que muestran cómo en los territorios la gobernanza colectiva de la tierra es una potente forma de encarar la desigualdad estructural y reducir las desigualdades sociales y desventajas institucionales.
Esto es especialmente importante teniendo en cuenta que América Latina es una de las regiones más afectadas por la desigualdad de la tierra y los problemas estructurales a los que se asocia, según se refleja en el informe ”Land Inequality : Desigualdad de la tierra en el corazón de sociedades desiguales”.
Terreno Desigual: Desigualdad de la tierra en el corazón de sociedades desiguales
P. En el estudio afirman que la gobernanza colectiva de la tierra otorga derechos y contribuye a reducir las desigualdades al interior de las comunidades y entre estas y la población e institucionalidad de su entorno. ¿Podría explicar brevemente cómo contribuye la gobernanza a enfrentar la desigualdad estructural y reducir las desigualdades sociales y desventajas institucionales?
R. En el texto que planteamos, comprendemos que, para las comunidades rurales, el proceso de construcción de su gobernanza colectiva sobre la tierra y sus territorios puede considerarse como un proceso de fortalecimiento de sus propias institucionalidades, capacidad de gestión y negociación, y de generación de normas comunitarias, que bien pueden comprenderse como políticas públicas territoriales.
Si la gobernanza colectiva de la tierra comprende este fortalecimiento y afirmación propia, enfrenta múltiples problemas estructurales que atraviesan su realidad local y en la medida de sus alcances, puede tratarlos y hasta resolverlos.
Una gobernanza de la tierra fortificada y cualificada en sus capacidades puede entablar mejores interlocuciones con instancias externas como el Estado, plantear demandas y buscar los mejores medios para conseguir sus objetivos.
P. ¿Podría mencionar algunas formas organizativas de la gobernanza colectiva de la tierra?
R. En el campo rural, las formas organizativas se están gestando y actualizando permanentemente, de acuerdo a sus peculiaridades propias. Entre ellas, podríamos mencionar, por ejemplo, aquellas que están determinadas no sólo por la ocupación territorial sino también por una identidad étnica colectiva, que corresponde a los pueblos indígenas, naciones originarias, comunidades ancestrales o comunidades nativas, cuya lógica de demanda, defensa o acceso a la tierra tiene que ver con la identidad y el pasado común, que devienen en estrategias de restitución de territorialidades étnicas, nacionalidades y autogobiernos ancestrales.
Las formas organizativas se inspiran también en la particular vivencia de la desigualdad y expresan estrategias de acceso a la tierra, de ahí vienen las ocupaciones, asentamientos de “sin tierra” y comunidades colonizadoras de tierras baldías, que son formas organizativas que imponen la premura de la precariedad, la necesidad de cultivar alimentos, y buscan el reconocimiento pues la seguridad jurídica es un mejor horizonte a mediano plazo.
Por otra parte, debe considerarse que estas formas organizativas se gestan, históricamente, en relación a las categorías legales y lógicas clasificatorias nacionales e internacionales, políticas y programas públicos que intentan responder a la desigualdad de la tierra, de forma eficiente o demagógica, las asociaciones de campesinos por ejemplo, son formas organizativas que se imponen, y que, podrían llegar a generar procesos interesantes o sobreponerse -de forma conflictiva- a otras formas organizativas anteriores.
P. ¿Cuáles son los objetivos de la gobernanza colectiva de la tierra? ¿Qué beneficios aporta en los territorios de comunidades campesinas, indígenas y afrodescendientes? ¿Y para los jóvenes y las mujeres rurales?
R. Podríamos considerar que, entre los objetivos de la gobernanza colectiva de la tierra, está ejercer el derecho al acceso y tenencia de la tierra bajo una lógica propia y de forma sostenible. La lógica propia de ejercer este derecho, se referirá a la capacidad de generar normas, procesos y formas organizativas para la adopción de decisiones sobre el acceso y uso de la tierra, de acuerdo a intereses comunes. Al implicar una diversidad de aspectos, sujetos e instancias públicas la gobernanza colectiva de la tierra intentará también influir en la perspectiva de desarrollo, promoviendo el interés y bienestar colectivo, por sobre situaciones de desventaja o conflicto.
Uno de los beneficios que la gobernanza colectiva de la tierra aporta a los territorios, es la posibilidad de tener respuestas inmediatas a problemas concretos, así como decisiones determinantes no sólo para los posibles afectados, sino también para el resto de los miembros de las comunidades.
Respecto a los beneficios para los jóvenes, a quienes en muchas formas organizativas tradicionales se desestima su capacidad de decisión por falta de experiencia, la gobernanza colectiva de la tierra, puede ser importante para que sus propuestas sean escuchadas, sean parte activa de la comunidad y puedan acceder a cargos y roles comunales.
La gobernanza colectiva de la tierra puede ser para las mujeres una oportunidad para lograr el reconocimiento a su aporte en las causas colectivas. En el estudio mencionamos algunas experiencias en las que las mujeres atraviesan el interés colectivo, que en muchos casos, es un interés que invisibiliza a las mujeres y sus intereses propios, y logran dotaciones de tierra en los territorios colectivos, logran constituir formas organizativas desde las cuales demandar derechos y dar lugar a sus emprendimientos económicos. Estas inquietudes son avances, pero también revelan que la gobernanza colectiva de la tierra es un ámbito más en el que las mujeres debemos persistir en nuestras luchas y reivindicaciones.
P. ¿Cuáles son los principales actores involucrados en implementar la gobernanza colectiva de la tierra?
R. La perspectiva que sostenemos en el estudio se centra en las y los sujetos territoriales. Con la consideración de que la gobernanza colectiva es posible gracias a una diversidad de instituciones, actores y estructuras, intentamos mostrar que la gobernanza colectiva de la tierra emerge y es propia de las campesinas, campesinos, pueblos indígenas y comunidades afrodescendientes.
Esto es importante porque la política agraria y su lógica de reconocimiento suele ser vertical y condescendiente con estas poblaciones. Lo que quisiéramos nosotros es destacar el papel fundamental que juegan estos sujetos, pues son ellos quienes señalan el camino de las legislaciones a través de sus demandas y sus estrategias discursivas por lograr el acceso a la tierra y luego generar esta gobernanza.
Campesinos, indígenas y afrodescendientes, hombres y mujeres son los mejores gestores de los recursos de uso común, deberían contar con los recursos necesarios para hacer posible esta gestión; y en la medida en que se relacionan con el mercado y sus agentes e ingresan a escenarios de conflictividad, se requiere de un marco institucional que respalde sus decisiones y situación.
P. En el estudio explica que en los territorios se están “proponiendo formas nuevas y alternativas de vivir las políticas públicas, de gestarlas y persistir en la defensa de los derechos fundamentales, y también, en los derechos particulares de las mujeres, jóvenes y las familias rurales”. ¿Puede mencionar algunos ejemplos y destacar algún caso emblemático y exitoso de gobernanza colectiva de la tierra en América Latina?
R. En el estudio mencionamos una serie de ejemplos que están registrados en la plataforma sudamericana de la iniciativa Movimiento Regional por la tierra y territorio www.porlatierra.org/casos. Nos llaman la atención, peculiarmente, aquellas experiencias que embanderan la autonomía, el caso del pueblo Wampís (Perú) ha logrado una visibilidad interesante en la afirmación de su “autonomía de facto”, así como algunas experiencias en Bolivia, Ecuador y Brasil.
No tanto por la visibilidad, pero sí por sus características, consideramos emblemático al caso del corregimiento del Consejo Comunitario de La Alsacia, ubicado en el municipio de Buenos Aires, del departamento del Cauca, Colombia. Luego de un desplazamiento derivado de la inundación de tierras por la construcción de una hidroeléctrica en los años ochenta, los grupos afectados pretenden la tierra de una hacienda, cuyo dueño oferta a la institución agraria para una compra. Los desplazados se instalaron en el inmueble como medida de presión y al comprarse las tierras, asumieron una deuda con el gobierno, de 100 % del valor, sin subsidio alguno, distribuidas entre las familias, pero también en propiedad colectiva.
La institución pública cuadricula la propiedad para otorgar títulos, imponiendo su perspectiva técnica y lo que su presupuesto posibilite, pero los desplazados organizados se resistieron. De acuerdo a sus necesidades y las mejores condiciones para producir según sus costumbres, haciendo caso omiso a la institucionalidad y su lógica de ordenamiento, que omite las dinámicas comunitarias, su autodeterminación e idoneidad para gestionar y planificar los recursos de su territorio. La decisión no descartó la titulación individual de predios, sin embargo, conservaron áreas de trabajo y de bosque para imponer la potencia del interés colectivo.
P. ¿Cuáles son los factores que impiden que exista en los territorios una gobernanza colectiva de la tierra y que debilitan la institucionalidad agraria?
R. Buena parte de los conflictos territoriales se deben a la subordinación de la población rural y la desestimación de su aporte económico, político y social; además, de la vocación extractivista y a favor del agronegocio de los diversos Estados.
La gobernanza colectiva de la tierra puede funcionar bastante bien hacia adentro, remando contra la corriente y bregando por recursos, sin embargo, en un clima de adversidad política y disputa por los recursos naturales con otro tipo de actores, las desventajas son mucho más visibles, y no existe legislación o normativa que prevenga de procesos amañados de consulta previa, el clientelismo y el tráfico de favores con los propios dirigentes o líderes de las comunidades.
En varios países de la región se constató una suerte de política de individualización de la tierra, una promoción mediática de las formalizaciones de títulos, a la vez que prácticamente se abandonan los programas de titulación colectiva. Este tipo de desincentivo a las organizaciones y pueblos indígenas, ponen en vilo a la potencialidad de la gobernanza colectiva, aun cuando esta cuente con la legitimidad y reconocimiento histórico de sus miembros.
P. ¿Cómo contribuyen los marcos legales, institucionales y normativos a las tendencias existentes en la gobernanza colectiva de la tierra? ¿Cómo afectan estos a las poblaciones de los territorios?
Una vez establecidos, estos marcos son muy importantes en respaldo de los ámbitos de la gobernanza colectiva de la tierra, aunque no son infalibles. La oportunidad de lograr una normativa favorable a la gobernanza colectiva de la tierra es poder profundizar en el alcance a derechos. Por ejemplo, en Bolivia, la legislación agraria permite, a su vez, la legislación autonómica, así, para los pueblos indígenas vislumbrar la titulación colectiva de su territorio suponía un paso más hacia el acceso a la administración de recursos económicos, y el salto, de la gestión territorial a la gestión pública de todos los ámbitos de la vida en los territorios rurales.
Además de que las legislaciones afectan directamente a las poblaciones rurales, también suponen una forma de actualización de sus repertorios discursivos de la acción colectiva. La legislación internacional también ha supuesto no sólo una lógica de defensa de derechos, también una forma de nombrarse y una nomenclatura común entre una gran diversidad de experiencias de demanda, defensa y consolidación de la gobernanza colectiva de la tierra.